Mantengo los ojos cerrados mientras escucho a Chris hacer la
cuenta atrás de la presión atmosférica dentro de la esclusa –
ya está cerca de cero. Pero no estoy cansado, ¡más bien al contrario! Me
siento completamente recargado, como si fuera electricidad en vez de sangre
lo que corre por mis venas. Sólo quiero asegurarme de experimentar y recordarlo
todo. Me estoy preparando mentalmente para abrir la puerta porque esta vez seré
el primero en salir de la Estación. A lo mejor me viene bien que ahora sea de noche: al menos
no habrá nada que me distraiga.
Cuando leo 0.5 psi, llega el momento de girar la manivela y tirar de la compuerta. Fuera está completamente negro, pero no el color negro, sino más bien una completa ausencia de luz. Un espectáculo que me absorbe mientras me inclino para enganchar nuestros cables de seguridad. Me siento completamente tranquilo mientras giro mi cuerpo para dejar pasar a Chris. En cuestión de segundos, terminamos los chequeos recíprocos y nos separamos. Incluso aunque nos dirigimos más o menos a la misma parte de la Estación Espacial Internacional, nuestras rutas son completamente distintas, poniendo en marcha la coreografía que hemos estudiado meticulosamente. Mi ruta es directa, hacia la parte trasera de la Estación, mientras Chris tiene que ir primero hacia la parte frontal para enrollar su cable alrededor de Z1, la estructura central que está encima del Node 1. En este momento, ninguno de los que estábamos en órbita o en la Tierra podríamos imaginar cuando influiría esta decisión en los eventos del día.
Cuando leo 0.5 psi, llega el momento de girar la manivela y tirar de la compuerta. Fuera está completamente negro, pero no el color negro, sino más bien una completa ausencia de luz. Un espectáculo que me absorbe mientras me inclino para enganchar nuestros cables de seguridad. Me siento completamente tranquilo mientras giro mi cuerpo para dejar pasar a Chris. En cuestión de segundos, terminamos los chequeos recíprocos y nos separamos. Incluso aunque nos dirigimos más o menos a la misma parte de la Estación Espacial Internacional, nuestras rutas son completamente distintas, poniendo en marcha la coreografía que hemos estudiado meticulosamente. Mi ruta es directa, hacia la parte trasera de la Estación, mientras Chris tiene que ir primero hacia la parte frontal para enrollar su cable alrededor de Z1, la estructura central que está encima del Node 1. En este momento, ninguno de los que estábamos en órbita o en la Tierra podríamos imaginar cuando influiría esta decisión en los eventos del día.
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Luca Parmitano durante la EVA 23 / Imagen: NASA |
Pongo especial atención a cada movimiento mientras me
dirijo hacia el saco protector que dejamos fuera la semana pasada. No quiero cometer
el error de sentirme tan cómodo como para estar relajado. Dentro del saco
encuentro los cables que forman parte de la que probablemente sea mi tarea más
difícil del día. Tengo que conectarlos a los conectores externos de la Estación,
mientras al mismo tiempo los sujeto a la superficie con pequeños
alambres de metal. Ambas operaciones requerirán que utilice mucho mis dedos, y
sé por experiencia que será una labor extenuante debido a los guantes presurizados.
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Chris Cassidy / Imagen: NASA |
Chris conectó parcialmente el primer cable la semana pasada,
así que sujeto la parte que sigue sin atar y la guío con cuidado hacia el
conector. Después de una dificultad inicial, informo a Houston de que he
completado la tarea y estoy preparado para el segundo cable. Después de hacerme
con el siguiente cable, me muevo en la que creo que es la posición más difícil
para trabajar en toda la Estación: estoy literalmente atrapado entre tres
módulos diferentes, con mi visera y mi PLSS (mi “mochila”) a sólo unos pocos
centímetros de las paredes externas del Node 3, Node 1 y el laboratorio. Con
mucha paciencia y con un considerable esfuerzo, consigo ajustar un extremo del
segundo cable al conector. Después, moviéndome ciegamente hacia atrás, me
libero de la incómoda posición en la que he tenido que trabajar. En tierra,
Shane me dice que voy casi 40 minutos por delante de lo planeado, y Chris
también va por delante en sus tareas.
En este preciso instante, mientras pienso en cómo
desenrollar el cable cuidadosamente (se está moviendo de un lado a otro como poseído en la ingravidez), siento que algo va mal. La inesperada sensación
de agua en la nuca me sorprende – y estoy en un lugar donde preferiría no tener
ninguna sorpresa. Muevo mi cabeza de lado a lado, confirmando mi primera
impresión, y con un esfuerzo sobrehumano me obligo a informar a Houston de lo
que estoy notando, sabiendo que podría significar el final de esta EVA. En
tierra, Shane confirma que han recibido mi mensaje y me pide que espere
instrucciones. Chris, que acaba de terminar, sigue cerca y se mueve hacia mí
para ver si puede ver algo e identificar la fuente del agua en mi casco.
Al principio, ambos estamos convencidos de que debe ser agua potable de mi contenedor, o si no, es sudor. Pero yo creo que el agua es
demasiado fría para ser sudor, y lo más importante, puedo notar como está
aumentando. Tampoco puedo ver ningún líquido saliendo de la válvula para beber
agua. Cuando informo a Chris y Shane, inmediatamente recibimos la orden de
“terminar” la salida. La otra posibilidad, “abortar”, es usada para problemas
más serios. Me dan instrucciones para volver a entrar en la esclusa. Juntos decidimos que Chris debería asegurar todos los elementos
que están fuera antes de volver sobre sus pasos hacia la esclusa. Es decir, él irá primero hacia la parte frontal de la Estación. Así que nos separamos.
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Luca "atascado" entre 3 módulos. |
Mientras vuelvo por mi ruta hacia la esclusa,
estoy aún más seguro de que el agua sigue aumentando. La noto cubriendo la almohadilla
de mis auriculares y me pregunto si perderé la señal de audio. El agua también
ha cubierto prácticamente la parte frontal de mi visera, adhiriéndose a ella y
oscureciendo mi visión. Me doy cuenta de que para superar una de las antenas en
mi ruta tendré que mover mi cuerpo en una posición vertical, también para que
mi cable de seguridad pueda desenrollarse con normalidad. En ese momento,
mientras me pongo cabeza abajo, pasan dos cosas: el Sol se pone, y mi habilidad
para ver – ya comprometida por el agua – desaparece por completo, haciendo
inútiles a mis ojos; pero peor que eso, el agua cubre mi nariz – una sensación
realmente horrible que empeoro sacudiendo mi cabeza en un intento en vano de
mover el agua. La parte superior del casco está llena de agua y ni siquiera
puedo estar seguro de si la próxima vez que respire llenaré mis pulmones con
aire y no con líquido. Para complicar más las cosas, me doy cuenta de que tampoco
puedo entender hacia qué dirección debo dirigirme para volver a la esclusa. No puedo ver más allá de unos pocos centímetros por delante de mí,
ni siquiera lo suficiente para distinguir las asas que utilizamos para movernos
alrededor de la Estación.
Intento contactar con Chris y Shane: escucho mientras hablan
entre sí, pero sus voces suenan débiles: apenas puedo oírlos y apenas
pueden oírme. Estoy solo. Me pongo a pensar frenéticamente en un plan. Es vital que consiga
llegar adentro tan rápido como sea posible. Sé que si me quedo donde estoy
Chris vendrá a buscarme pero, ¿cuánto tiempo tengo? Es imposible saberlo.
Entonces recuerdo mi cable de seguridad. Su mecanismo de retroceso tiene una
fuerza de alrededor de 3 libras que me “empujarán” hacia la izquierda. No es
mucho, pero es la mejor idea que tengo: seguir el cable hasta la esclusa. Me obligo a mantenerme tranquilo y, localizando pacientemente
las asas a través del tacto, comienzo a moverme, todo el rato pensando en cómo
eliminar el agua si llegara a alcanzar mi boca. La única idea que se me ocurre
es abrir la válvula de seguridad en mi oreja izquierda: si creo una
despresurización controlada, debería conseguir expulsar algo de agua, al menos
hasta que se congele por sublimación, lo que pararía el flujo. Pero hacer un
“agujero” en mi traje sería realmente la última opción.
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Mission Control, Houston / Imagen: NASA |
Me muevo durante lo que me parece una eternidad (aunque sé que son
sólo unos minutos). Finalmente, con una gran sensación de alivio, miro a través
de la cortina de agua delante de mis ojos y distingo la cubierta térmica de la esclusa: sólo un poco más, y estaré a salvo. Una de las últimas
instrucciones que recibí fue volver adentro inmediatamente, sin esperar a
Chris. Según el protocolo, yo debería haber sido el último en entrar a la esclusa, porque fui el primero en salir. Pero ni Chris ni yo
tenemos problema en cambiar el orden de reentrada. Moviéndome con los ojos
cerrados, consigo meterme dentro y posicionarme para esperar el regreso de
Chris. Noto movimiento detrás de mí, Chris entra en la esclusa y juzgando por
las vibraciones, sé que está cerrando la escotilla. En ese momento, la
comunicación para a Karen y por alguna razón, puedo escucharla bastante bien.
Pero me doy cuenta de que ella no me puede oír porque repite mis instrucciones
aunque yo ya haya respondido. Sigo las instrucciones de Karen lo mejor que
puedo, pero cuando comienza la presurización pierdo todo el audio. El agua está
ahora dentro de mis oídos y estoy completamente aislado.
Intento moverme lo mínimo posible para evitar mover el agua
dentro de mi casco. Sigo dando información sobre mi salud, diciendo que estoy bien
y que la presurización puede continuar. Ahora que estamos presurizando, sé que si
el agua me agobia siempre podré abrir el casco. Probablemente perdería el conocimiento, pero en cualquier caso sería mejor que ahogarme dentro del casco. En
un momento dado, Chris aprieta mi guante con el suyo y yo le doy el universal
“OK” con el pulgar. ¡La última vez que me escuchó hablar fue antes de entrar en
la esclusa!
Los largos minutos de presurización pasan y por fin, con una
inesperada ola de alivio, veo la puerta interna abierta y el equipo entero
reunido y listo para ayudar. Me sacan y Karen desabrocha mi casco tan rápido
como es posible, levantándolo con cuidado sobre mi cabeza. Fyodor y Pavel me pasan
una toalla inmediatamente y se lo agradezco sin oír sus voces porque mis oídos
y nariz todavía siguen llenos de agua durante unos minutos más.
El espacio es duro, una frontera inhóspita y nosotros somos
exploradores, no colonizadores. Las habilidades de nuestros ingenieros y la
tecnología que nos rodea hacen que las cosas parezcan sencillas cuando no lo
son, y quizá lo olvidamos a veces.
Mejor no olvidar.
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