martes, 1 de octubre de 2013

Escenas de la vida en el espacio: 3ª parte


Retrasos
Lanzamiento de Cygnus / Imagen: NASA
El retraso de la nave de carga Cygnus nos recuerda que las compañías espaciales están a la vanguardia de la exploración tecnológica y no puedes permitirte pasar por alto ni el detalle más pequeño.

Cygnus también es la prueba de que la experiencia adquirida durante más de 40 años no se ha perdido: a pesar del problema con el software que retrasó la aproximación y captura del Cygnus, el cargamento y la tripulación de la Estación no estuvieron nunca en peligro. En los vuelos espaciales trabajamos bajo estrechos márgenes y cualquier error puede tener consecuencias catastróficas, por eso es reconfortante poder contar con los equipos de los centros de control en la Tierra que nos protegen y minimizan el riesgo, permitiéndonos trabajar en las mejores condiciones. El apoyo de estos hombres y mujeres es un privilegio inmenso, algo que, una vez más, no puedes dar por supuesto.

TMA-10M

Expedición 37 / Imagen: NASA

Son casi las 21:00 en la Estación, acabamos de pasar el terminador y fuera ya es de noche mientras volamos sobre Kazajistán. La mayoría de las luces a mi alrededor están apagadas, pero las ventanas de la Cúpula reflejan la luz azul de los monitores de la estación. Intento usar una cubierta de ventana del Space Shuttle – dejada hace años tras una misión del transbordador – para reducir el brillo, pero no creo que vea nada. A la hora del despegue, Baikonur estará aproximadamente 30° bajo el horizonte, a unos cuantos cientos de kilómetros de distancia. Me gustaría ver la salida de la Soyuz TMA-10M: dentro va la tripulación que compone la otra mitad de la Expedición 37, pero sobre todo van tres amigos que llenarán el vacío que dejaron los anteriores miembros de la tripulación Chris, Sasha y Pavel. Me imagino a la nueva tripulación abrochada en sus asientos, ocupados comprobando procedimientos, intoxicados por una emoción controlada. Conozco sus pensamientos, porque sólo hace unos meses - ¿hace una eternidad? – los mismos pensamientos pasaron por mi mente. Me imagino el lanzamiento a través de sus ojos, con el semblante serio, concentrados, con confianza, y puedo oír cada sonido que pasa por sus cascos.

No puedo ver nada y observo en mi reloj con decepción que la hora de la partida ya ha pasado: Karen, que estaba conmigo hasta ese momento, se va para realizar otras tareas. Yo decido quedarme un poco más, y miro las pocas luces humanas que todavía son visibles en el desierto de Kazakh. Una de las luces parece brillar más que las demás. Atrae mi atención y sé que estoy mirando a la Soyuz ascendiendo hacia el espacio. Llamo a Karen, pero no me puede oír y yo no puedo apartar la mirada. La luz, muy lejana, aumenta en intensidad y con una magnífica llamarada desaparece por un instante y vuelve a comenzar otra vez, menos intensa. Me doy cuenta de que probablemente acabo de presenciar la separación de la tercera etapa del cohete, aunque no puedo estar seguro.

La Estación Espacial continua su vuelo y la Soyuz desaparece detrás del horizonte, como si el magnífico espectáculo de hace unos instantes nunca hubiera sucedido. Pero los vi.

Llegada de la Expedición 37

La Expedición 37 se prepara para entrar a la ISS / Imagen: NASA
Fyodor abre la escotilla del módulo MRM2 y el mecanismo de cierre. Los sensores de la escotilla tienen el tranquilizador aspecto de un sólido equipo espacial y son claramente visibles. Esperamos a que la tripulación de la Soyuz gire la rueda del otro lado para abrir la escotilla y unirse a nosotros.

Cuando por fin Oleg gira la rueda, la apertura es sorprendentemente silenciosa. En contraste, nosotros somos ruidosos mientras nos reímos y damos la bienvenida con un caluroso abrazo a los recién llegados. El pequeño módulo está lleno con la tripulación de la Expedición 37. Nuestra alegría incontenible inunda el resto de la Estación.

El tiempo pasa increíblemente rápido aquí arriba, pero mi llegada de hace unos meses parece un recuerdo lejano, aunque muy intenso: mirando las expresiones en los rostros de mis amigos, veo la misma exuberante mezcla de emociones que me sobrecogió cuando llegué. Las mascarillas quirúrgicas que llevaban puestas para sorprendernos no pueden esconder la sonrisa en sus ojos.

Llamada a la nueva tripulación
Durante sus llamadas a las familias y amigos que siguieron los eventos desde tierra, puedo oír la emoción en sus voces – inmutable incluso a miles de millas de distancia. Recuerdo las primeras palabras de mi madre en el día de mi llegada: “Luca, soy mamá…” – como si no hubiera reconocido inmediatamente la voz más dulce de todas, un sonido que incluso el ruido de un motor espacial nunca podría esconder, una melodía que incluso el vacío del espacio nunca podría cambiar.

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