viernes, 11 de octubre de 2013

Cygnus


Esperando a Cygnus / Imagen: ESA/NASA
Fuera está oscuro, nos rodea una negrura impenetrable, así que probablemente estemos volando sobre un océano. Miro alrededor en la Cúpula y me doy cuenta de que de todas formas las luces que hay y la irreal penumbra azul del exterior ahogarían las débiles luces de las grandes ciudades. Cygnus está volando bajo nosotros, invisible en la oscuridad que nos rodea, pero aún así Karen y yo intentaremos vislumbrar a la nave: sé que el amanecer no está lejos, y llevo una semana esperando para ver a la nave de carga.

Puede que haya perdido los ojos de águila que desarrollé como piloto, cuando fui entrenado para reconocer una nave a kilómetros de distancia, pero la suerte no me ha abandonado. Cuando los primeros rayos de luz aparecen entre las sombras, coloreando el horizonte de dorado, ocre y azul, un brillo extraño atrae mi atención. Brillante y plateado, destacando sobre el fondo, Cygnus atrapa la luz y la refleja en su magnífico y tecnológico esplendor.

“Visto”, le digo a Karen, intentando contener mi entusiasmo, y señalo a la ventana central de la Cúpula. Karen asiente, confirmando tranquilamente mi avistamiento e informa a Houston por radio. Sé que hay docenas de personas esperando los acontecimientos con el mismo entusiasmo que siento yo.

Karen es hoy la responsable de todas las comunicaciones relacionadas con la pequeña nave de carga. La nave espacial se está aproximando rápidamente mientras la información registrada en nuestros monitores se confirma. Mi tarea durante la próxima hora será supervisar los sensores de posición de Cygnus y compararlos a la información que recibo con un láser portátil que calcula la distancia y velocidad de la nave. Soy recompensado con una serie de luces verdes – el software de control confirma que la información de mi láser coincide con la información de los sensores en Cygnus.

Herramienta láser / Imagen: ESA/NASA

La Cúpula no ofrece demasiado espacio, y ahora está todavía más abarrotada. Además de Karen y yo, están dos ordenadores para los procedimientos y para el software de control. También tenemos el panel de control de Cygnus que es el mismo que mi compañero Chris Cassidy utilizó para el acoplamiento de la HTV. Numerosas cámaras documentando esta primera misión de Cygnus y algunos tentempiés completan el módulo.

El funcionamiento de la nave es impecable. Cuando está a 230 metros, Karen ejecuta una prueba que la nave debe completar en su vuelo inaugural: envía una señal de retroceso y Cygnus reduce la velocidad, se para y retrocede a una distancia de 250 metros. Cuando Houston nos dice que Cygnus ha retomado su aproximación, Karen prepara una segunda prueba, otra vez a los 230 metros. Envía la orden de detenerse. La nave se para obedientemente y espera nuevas órdenes.

A esta distancia, la “cola” de la nave, el módulo de servicio con los ordenadores y motores, se muestra blanco. Sus “alas”, los dos paneles solares brillan como el cromo. Sus luces de navegación son claramente visibles, dos faros blancos en el centro y una luz roja y verde a cada lado: los colores de la bandera italiana flotando en el espacio. El módulo presurizado de Cygnus ha sido construido en Italia y sonrío ante el pensamiento de este homenaje involuntario a mi país.

En unos minutos todo está listo para la aproximación que traerá a Cygnus a treinta metros y después a diez metros. En ese momento la interfaz de la nave estará a sólo cinco metros del robótico Canadarm2. Mi trabajo consiste en salvar esa distancia y después atrapar a Cygnus. Me preparé durante largas sesiones de simulacros en la Tierra y repetí el entrenamiento en la Estación en docenas de situaciones virtuales, que iban desde los escenarios más simples hasta los escenarios más extremos.

Cygnus y Canadarm2 / Imagen: NASA

Nuestras vistas están ahora cubiertas por la nave, y podemos apreciar su tamaño. Es más pequeña que la HTV, pero no menos impresionante: cuando se estabiliza en la zona de captura, observo su movimiento lento y controlado gracias a la cámara situada en el extremo del brazo robótico – el mismo que me permitirá mover la nave manualmente hasta acoplarlo a la Estación.

Houston nos da el OK para comenzar la captura. Sigo a la nave mirando los monitores mientras intento encontrar el mejor momento para capturar a Cygnus: tengo que esperar hasta que esté especialmente estable. Comienzo mi aproximación en un estado de automatización debido a las sesiones de práctica durante mi entrenamiento. “Voy”, le digo a Karen, que responde inmediatamente “Recibido”. El brazo robótico reacciona a mis órdenes y en cuestión de segundos ya estamos a unos tres metros y medio de distancia. El diálogo que sigue entre Karen y yo me produce una sensación de déjà vu, ya que lo hemos practicado en muchas ocasiones durante la formación.

“Listo para vuelo libre”

“Recibido, listo para vuelo libre. Orden enviada. Orden recibida.”

Karen espera para ver las características del vuelo libre en su monitor, y después de unos segundos confirma: “Vuelo libre”.

“Recibido, vuelo libre. Dos metros.”

Canadarm2 / Imagen: ESA/NASA
Acerco el brazo robótico a un metro y medio después de empujarlo durante un rato hacia delante. Mis órdenes son mínimas, pasando más tiempo pensando que ejecutando: el Canadarm2 mide casi 20 metros de largo y los movimientos bruscos pueden causar oscilaciones no deseadas.

Karen me dice la distancia hasta mi objetivo basándose en las marcas que hay en el Canadarm: “A dos marcas de distancia.”

“Recibido.”

…”Una marca.”

“Estoy listo,” digo, porque mi objetivo está perfectamente alineado con la información de referencia en mi monitor.

“Coincido,” responde Karen, confirmando mis pensamientos y casi inmediatamente añade” “Sobre la marca.”

Después, casi al unísono, ambos decimos “en la cubierta” y presiono el gatillo que inicia la captura. Hacía menos de un minuto que comenzamos el procedimiento. Pero nuestras sonrisas forman un recuerdo que durará toda una vida.

En unas horas, Karen y yo ejecutamos las maniobras para posicionar a Cygnus y acoplarla al Node2. Después movemos la nave y la integramos a la Estación. Sigue habiendo mucho trabajo por hacer y el día es largo. Acordamos con el centro de control en tierra abrir la escotilla mañana. Dentro de la nave nos esperan provisiones y materiales de recambio, pero también está repleta de los sueños de aquellos que tomaron parte en esta aventura espacial y llena de afecto de nuestros amigos y familiares en tierra.

Karen y Luca tras la captura / Imagen: ESA/NASA

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