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Cuarto de Luca / Imagen: ESA/NASA |
La primera alarma suena a las 5:50 GMT, como
cada mañana de lunes a viernes. Me sacude de unos sueños que nunca recuerdo. Todavía
adormecido estiro mis brazos, que han permanecido doblados toda la noche, y
automáticamente los saco por los dos huecos que hay a cada lado del saco de
dormir. En el espacio, cada movimiento inicia una reacción en cadena, por lo
que mi saco de dormir se encuentra atado a la pared con cuatro finas cuerdas
para evitar que salga flotando. A menudo mi cabeza toca ligeramente el “techo”
haciendo que mi cuerpo rebote lentamente en la dirección contraria hasta que
mis pies tocan momentáneamente el suelo.
Ahora que mis manos están libres, me quito el antifaz que impide
que pase la luz y abro la cremallera que me mantiene dentro de mi saco de
dormir. Dentro de los cuartos de la tripulación todo está oscuro, a excepción
de una tenue luz verde y azul proveniente de dos ordenadores y su conexión a la
red de la Estación Espacial. Todo está en silencio hasta que me quito los
tapones de los oídos y vuelve el familiar zumbido del ventilador que hace
circular el aire.
Mi primer acto automático es encender el ordenador para leer
la conferencia diaria que Houston envía por las noches. Este informe contiene
los últimos datos sobre las actividades diarias, cambios de agenda, preguntas y
respuestas a preguntas que les hicimos el día anterior. También contiene información
fundamental en situaciones de emergencia y lo envío a la impresora para poder
tenerlo disponible después. También imprimo una lista de la gente con la que
hablaré hoy en Houston y Huntsville (EEUU), Munich (Alemania), Tsukuba (Japón)
y el “Tsup” en Moscú (Rusia). Aunque siempre podemos utilizar distintivos de
llamada, es más cortés llamar a la gente por su nombre de vez en cuando. Muchas
de las personas con las que hablo en Tierra son instructores, compañeros y
amigos.
Me pongo unos pantalones cortos y una camiseta de algodón.
Al abrir la puerta de mi cuarto, me encuentro orientado de medio lado.
Acostumbrado por la experiencia, me impulso hacia fuera y me empujo hacia el
laboratorio Destiny con un único movimiento. El módulo Destiny sigue en la
oscuridad aunque sé que Mike lleva un rato levantado. Al pasar por la impresora
recojo la primera página del informe diario y la coloco sobre las otras encima
del ordenador, que interactúa con los sistemas de la Estación que usaríamos en
una emergencia.
Las luces siguen apagadas incluso en el Node1, pero el Node3
está encendido y Mike ya ha comenzado su rutina de levantamiento de peso en
ARED. Le saludo en italiano, sonriendo,
y como siempre, él responde en italiano. Ésta se ha convertido en nuestra
rutina a pesar de que sólo lleva aquí tres semanas. Mike ha vivido en Italia y
habla italiano con fluidez. El aseo está justo al lado de la máquina del ARED,
pero el ruido del ventilador, junto con la música que Mike escucha mientras
entrena, es suficiente para esconder cualquier ruido embarazoso que pueda
ocurrir. Al salir del “baño” me muevo hacia otra pared en el Node3, donde se
encuentran sujetas con velcro las herramientas para mi rutina matinal: una
cuchilla, hojas de cuchilla, desodorante, un espejo, jabón y agua. Por razones
obvias, no hay peines ni cepillos…
Es hora de preparar el desayuno: avena con canela y pasas y
café, ambos rehidratados con agua. Mientras como, leo las noticias de ayer en la
versión electrónica de un periódico italiano. Ya estaba enterado de algunas de
las noticias gracias a internet, pero me gusta leer los comentarios de
destacados periodistas.
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Experimento BP Reg / Imagen: ESA/NASA |
Todavía queda una hora antes del comienzo oficial del día,
que empieza con la primera de las dos Daily
Planning Conferences (conferencias sobre la programación del día). Decido
empezar a preparar la primera tarea diaria, un experimento llamado BP Reg. Normalmente, seguiría a Mike y me ejercitaría
por la mañana, pero este experimento proporciona mediciones muy precisas de la
presión arterial, por lo que no me permiten hacer ningún tipo de ejercicio en
las horas previas. Me dirijo al laboratorio Columbus y uso uno de los
ordenadores para leer los procedimientos del experimento. Comienzo a recopilar
los materiales y herramientas que utilizaré en las próximas horas.
Según estaba previsto, Fyodor comienza la Daily Planning Conference con Houston,
Huntsville, Munich, Tsukuba y Moscú: “Buenos días desde la Expedición 36.
Estamos listos para la DPC.” Los centros de control nos informan por turnos del
día que está a punto de comenzar. Mientras tanto, encendemos las cámaras y les
damos la bienvenida a bordo.
Continúo preparando el experimento en el Columbus
encendiendo un ordenador y conectando los últimos componentes. Bajo la
supervisión de Huntsville, donde siguen mis acciones a través de la cámara 2 en
Columbus, me pongo sobre los muslos dos cintas que se inflan y reducen el flujo
sanguíneo en la parte inferior de mi cuerpo. Tres minutos después, las cintas se
desinflan rápidamente y mi sistema cardiovascular reacciona repentinamente para
compensar el súbito aumento de flujo sanguíneo. Dos sensores de presión
situados en mi mano izquierda graban todos los cambios para compararlos con la
información de mediciones realizadas en tierra. El experimento reproduce las
variaciones de presión que se producen al levantarse rápidamente después de
estar sentado. La idea es medir el efecto de la microgravedad en el sistema
cardiovascular humano.
El experimento continúa. Mientras hablo con el PayCom por el
canal 2, oigo a Mike hablando por el canal 3, atareado con otro experimento
llamado CFE en el Node2. Karen está ocupada con Spheres y trabajando en Kibo:
de vez en cuando escucho sus comentarios también por el canal 2.
Después de unas dos horas, el experimento finaliza, pero
tendré que esperar a mi vuelta a la Tierra para tener los resultados. Este
estudio continuará más allá de mi misión. Termino a tiempo para devolver todo
el equipo a sus compartimentos en la Estación. Ya es hora de comer y estoy
hambriento, pero no puedo comer demasiado porque las primeras horas de la tarde
estarán dedicadas al ejercicio e incluso en órbita se aplican las mismas
reglas: mejor no realizar ninguna actividad extenuante después de una comida
pesada. Me conformo con dos pequeñas tortillas de maíz, con relleno de atún,
salmón y algo de verdura.
Decido comenzar mi ejercicio con ARED: el ejercicio de hoy
consiste en tres series de levantamiento de peso que implican utilizar todos
los principales grupos musculares.
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ARED / Imagen: ESA/NASA |
Tan pronto como levanto la barra sobre mis hombros, siento
que los músculos de mi espalda se ponen a trabajar y mis piernas se ponen
rígidas en tensión. Hace cinco meses que estoy en el espacio y mi cuerpo se ha
acostumbrado por completo a la microgravedad: a mis músculos les resulta un
abuso incluso un ligero calentamiento debido a que permanecen relajados
alrededor de 22 horas al día. ARED se encuentra situada directamente sobre la
Cúpula: una ventana al mundo que llena mi vista mientras hago esfuerzos
levantando peso, por lo que olvido los dolores mientras me pierdo en los
detalles que pasan “encima” de mí (ARED está cabeza abajo comparado al resto de
la orientación normal de la Estación). Veo la costa de Tierra del Fuego en
Argentina, con nieve mezclándose con las nubes y los fiordos de Sudamérica
que parecen dedos. Veo el intenso azul de lagos a gran altitud, antiguos
volcanes cuya lava negra se esparció cicatrizando cientos de kilómetros en sus
alrededores. En unos segundos sobrevolamos las zonas más templadas de
Argentina, la Pampa pronto se convierte en plantaciones en Brasil, que a su vez
se convierten en selva tropical al alcanzar el delta del Amazonas. La Tierra es
un carrusel caleidoscópico e interminable de tierras seguidas por océanos, una
alternancia de contrastes y colores en constante cambio. Con este espectáculo
olvidas fácilmente que estás cansado.
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Cinta de correr (T2) / Imagen: ESA/NASA |
Después de una hora y media de ARED, me preparo para el T2,
nuestra cinta de correr. Me pongo el arnés conectado a dos cintas elásticas a
la plataforma: cambiando la longitud de estas cintas puedo controlar la
cantidad de peso corporal que tendrán que soportar mis músculos durante mi
entrenamiento. Durante la última semana he estado configurando las cintas entre
el 95 y 100% de mi peso porque quiero acostumbrarme a la gravedad para mi
regreso a la Tierra. Pago el precio de mi elección con la cantidad que sudo.
Durante los próximos 30 minutos siento mi cuerpo más denso de lo que estoy
acostumbrado. Es como correr con alguien presionando con fuerza con sus manos
sobre tus hombros, empujándote constantemente hacia el suelo.
El próximo trabajo del día es en el segmento ruso de la
Estación Espacial Internacional, en el Vehículo de Transferencia Automatizado (ATV).
Dentro de unos días cerraremos la escotilla por última vez y la ATV Albert Einstein nos dejará para
desintegrarse al entrar en la atmósfera terrestre. El último acto de su viaje es liberar a la Estación de los desechos que se han acumulado en los últimos
cinco meses. La ATV recoge tanto desechos sólidos como líquidos, orgánicos e
inorgánicos. Mi trabajo de hoy consiste en organizar estos desechos siguiendo
una cuidadosa coreografía en el sentido contrario a los procedimientos que
Chris, Karen y yo realizamos hace meses cuando descargamos el cargamento de la
nave.
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ATV recién llegada |
Cuando entro, Albert
Einstein se encuentra tenuemente iluminada y silenciosa, casi como si
estuviera medio dormida, esperándome. Me gusta trabajar en la ATV, disfruto del
amplio espacio en el que me puedo mover libremente mientras reubico los
distintos contenedores. Mike se suma un poco después y completamos el trabajo
que teníamos asignado para hoy. Tenemos el tiempo justo para volver al
laboratorio cuando la familiar voz de Fyodor comienza la segunda DPC: la
conferencia vespertina. Preparo la cena mientras escucho a los centros de
control: nueces, pechuga de pollo a la plancha, verduras y fruta. Una vez
finalizada la conferencia, aprovecho una conexión satélite por banda Ku para
hacer algunas llamadas. Llamo a mis padres como cada noche. He hablado más a
menudo con ellos en los últimos cinco meses que en los tres años que pasé
formándome para mi misión alrededor del mundo. No tenemos mucho tiempo hasta
que la conexión se corta, pero no importa cuánto tiempo hablemos – ni es muy
importante sobre lo que hablamos – el enlace de comunicación me permite formar
una imagen serena de mi padre y mi madre escuchándome desde la Tierra.
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Cena de domingo con la tripulación al completo |
Cenamos rápido porque esta noche solamente estamos tres en la
mesa – sólo cenamos juntos los seis un par de veces a la semana, ¡porque
inevitablemente se nos hace tarde! Nos separamos para el poco tiempo libre que
nos queda. Son sólo las 20:00, pero pronto me llegará el cansancio y todavía tengo
emails que contestar, redes sociales que mirar y fotografías que catalogar,
enviar y publicar. El tiempo pasa rápido mientras escucho algo de música. Divido
mi atención entre dos ordenadores para intentar hacerlo todo a la vez.
Dedico un último momento de la noche a mi mujer, antes de
apagar la luz y meterme en mi saco de dormir. Las cinco horas de diferencia
horaria que hay entre nosotros nos separa más que los miles de kilómetros de
vacío: ella está en mitad de sus actividades diarias y yo me estoy preparando
para dormir. Kathy, con su infinita paciencia femenina, lo deja todo a un lado
cuando llamo – los problemas de cada día que todas las madres y mujeres
encuentran. Me ofrece unos minutos de serenidad, un momento que parece parar el
tiempo, una pequeña joya de tranquilidad inestimable, una pausa del mundo que
está hecha del mismo material que los sueños – pero al menos este recuerdo,
permanecerá conmigo al despertar.